bajo la alfombra...
Cada paso que dimos sobre la estructura aceleró su desbarajuste, su descohesión, hasta que llegó el día en el que destapamos su dimensión. Las piezas se habían desencajado con el tiempo y la acción de la carcoma.
Conseguimos despegar la alfombra del suelo, la fuimos desenroscando suavemente hasta encontrar el agujero. No resultó ser terrible, muy al contrario, nos parecía bello. Las piezas de madera, caprichosas, habían hecho una cartografía del derrumbe.
Yo no quería mover las piezas sueltas, como suele ocurrirme en muchas ocasiones, me hubiera encantado poder detener ese espacio pero tuve que conformarme con fotografiarlo.
Cuando lo fotografié, me deshice del lugar. Ahora solo tengo su imagen.